Crece el consumismo de juguetes sexuales
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Cuando sentimos placer sexual, nuestro cerebro nos inunda con algunos neuroquímicos que provocan una respuesta muy especial, que es precisamente lo que entendemos por placer. Ocurre lo mismo que con algunas drogas, llegando incluso a generar también esa adicción. No es de extrañar, por tanto, que más allá de su función biológica, el sexo se haya convertido en uno de nuestros pasatiempos favoritos. Desde hace unas décadas, la posibilidad de poder disfrutar de apasionados encuentros sexuales sin tener como objetivo la concepción de nueva vida lo ha cambiado todo. El sexo ha pasado a ser un hobby, un divertimento, y por tanto, también se ha mercantilizado. Y no hablamos de la pornografía o la prostitución, aunque también podrían entrar dentro de este concepto. Nos referimos, más bien, a esos artilugios que nos permiten disfrutar de un placer excitante y morboso a un nuevo nivel, cada vez más sofisticado.
El mercado de los juguetes sexuales ha ido creciendo de forma exponencial en los últimos años, por diferentes razones. La primera de ellas es una visión mucho más normalizada y abierta del sexo y del autoplacer, tanto en hombres como sobre todo en mujeres. También cuenta la mejora en este tipo de juguetes, que han pasado a ser muy eficientes gracias a las nuevas tecnologías. Siguen sin ser un sustitutivo real del sexo con otras personas, pero suponen al menos una buena solución para cuando estamos con muchas ganas y no tenemos a nuestra pareja al lado. Estos juguetes sexuales se venden ya por Internet, sin ningún tipo de tabú, en un ejemplo de cómo las cosas también están cambiando a nivel de mentalidad en los últimos tiempos. La expansión de las jugueterías sexuales y los sex shops online ha ayudado precisamente a que cada vez sean más los usuarios de este tipo de juguetes. Ya no tenemos que ir a comprarlos a esa tienda donde todos nos van a mirar. Podemos hacerlo desde casa, de forma totalmente anónima, y disfrutar en pocos días de nuestro artilugio sexual favorito. Así es como la industria de los juguetes sexuales está alcanzando el cielo.
De la marginación al éxito
Los juguetes sexuales, al contrario de lo que muchos piensan, no son un invento precisamente reciente. De hecho, existen desde hace siglos, aunque en formas muy diferentes a las que tenemos ahora. Los falos de madera o barro encontrados en diversas localizaciones ya dan una buena visión de cómo estas figuras eran “idolatradas” como formas venerables, pero también utilizadas para el placer propio de las mujeres, y puede que también de los hombres. El autoplacer, sin embargo, siempre ha sido un tabú en nuestra sociedad, claramente sesgada por lo religioso. Con el tiempo hemos logrado quitarnos de encima esa presión para llegar a un punto en el que vemos lo sexual como algo natural, como tiene que ser. En ese camino, los juguetes sexuales han terminado convirtiéndose en un negocio millonario que cada vez mueve más dinero.
Un sector en auge gracias a las mujeres
La trayectoria de este sector es cuanto menos curiosa. Desde hace décadas podemos encontrar tiendas sexuales en muchas ciudades del mundo, especialmente en grandes capitales donde el ambiente suele ser más abierto y liberal. Estas sex shops ofrecían todo tipo de artilugios y juguetes sexuales, que podían ser utilizados por hombres, mujeres y parejas, tanto en solitario como en sexo conjunto o en grupo. Si bien la mayoría de juguetes sexuales más reconocibles estaban destinados al mercado femenino (consoladores, vibradores) también había muchos juguetes para hombres. Las célebres muñecas hinchables, hoy ya casi descatalogadas, fueron en su momento un gran reclamo. Las réplicas de vaginas en lata suponían un paso adelante en el sector masculino de este tipo de producción.
Sin embargo, han sido las mujeres las que han elevado las cifras del sector de una manera apabullante en estas últimas décadas. La liberación sexual les ha afectado mucho más a ellas que a ellos, al ser casi siempre el género que quedaba en un segundo plano. La visión de la mujer sumisa y casta ha pasado a ser ridícula hoy en día, y por fortuna, cualquier chica puede disfrutar de su vida sexual como le plazca. Y esto también incluye tener un arsenal de juguetes sexuales interesantes para pasar el rato por su cuenta, o en compañía de amigos y amigos. No es casualidad que en la última década, las ventas del sector se hayan multiplicado en un 200%, una cifra estratosférica. La publicación de 50 Sombras de Grey, el auge de la literatura erótica que defendía la liberación sexual completa de la mujer, los nuevos movimientos feministas… Todo desemboca en una visión mucho más abierta del sexo para el género femenino.
El placer sexual como negocio
Hoy por hoy todo se puede convertir en negocio, siendo susceptible de ser mercantilizado, y el sexo no iba a ser una excepción. De hecho, es lógico que algo que genera tanto interés consiga abrir también un gran mercado, en el momento en el que nos quitemos nuestros tabúes de la cabeza. El placer sexual no solo se expande a través de estos juguetes, sino también de la pornografía, otro enorme negocio que sigue creciendo gracias a Internet. La prostitución es el único sector dentro de este imperio que está todavía en duda, por lo que conlleva con respecto a la explotación sexual. El placer, al final, termina estando por encima incluso de las propias leyes, siempre que tengamos dinero para pagar lo que queremos.
En cuanto a los juguetes sexuales, las nuevas tecnologías están provocando un aumento no solo en la producción, sino en la calidad de estos productos. Los famosos succionadores de clítoris han supuesto una revolución absoluta dentro de este mundillo, a tal punto que estos artilugios eran regalos habituales en cumpleaños de amigas. Hace apenas dos décadas era impensable regalarle en público un juguete sexual a una mujer, ya que seguramente eso la avergonzaría. Sin embargo, la apertura de mente de los últimos años está permitiendo que podamos naturalizar todo este proceso, llevando un paso más allá nuestra placer, sin sentir vergüenza por ello.
Prostitutas, actrices porno y modelos eróticas, las mayores expertas
Hoy por hoy, cualquier mujer puede adquirir uno de estos juguetes sexuales para sí misma y disfrutar de ellos de una manera natural. Sin embargo, es cierto que hay sectores donde este tipo de juguetes son muy habituales. El porno, por ejemplo, es uno de los mejores exponentes del uso de estos juguetes morboso, de la misma forma que se utilizan también en producciones eróticas. Las prostitutas, trabajadoras sexuales que utilizan este tipo de juguetes en sus servicios, también suelen tener un gran surtido de consoladores, vibradores y esposas. Todo para darle un punto más cañero e interesante a esos encuentros sexuales. Ellas son las auténticas expertas en este tipo de artilugios, por toda la experiencia que han ido logrando a la hora de utilizarlos de forma habitual.